Tengo la fortuna de estar en Bahía Blanca para ver a mi querido club Napostá jugar la final del torneo frente a un digno rival como lo es Olimpo, el club más ganador del torneo local.
Esto tendrá lugar el lunes 28 de Julio, pero ocupa esa plaza luego de haber dejado atrás a Pacífico ganando dos partidos seguidos (considerando que pasa el mejor de tres partidos). Ambos partidos pude verlos y fueron alucinantes.
Comencemos por el comienzo, como diría un amigo. El pasado lunes se enfrentaron en el Antonio Palma, el estadio de Napostá, y allí fuimos con mi padre a ver el partido abajo del aro, junto a Nico Muzzi, el padre de Guido, pieza clave en el plantel de primera división. La cancha estaba llena, al igual que mi orgullo de atestiguar semejante evento. Recuerdo hace un tiempo hablar con mi padre respecto del entusiasmo perdido por el básquet en el público bahiense. Por un lado, imágenes de un Norberto Tomás (la cancha de Olimpo) explotado de gente porque éste último jugaba la liga nacional, independientemente si eras hincha, la presencia se justificaba sólo por ser parte de ese espectáculo. Por otro lado, un partido de Bahía Basket contra no recuerdo que equipo, también por liga nacional, en el Dow center, con apenas diez personas. Un gran contraste que abrió conversaciones buscando alguna respuesta ¿Será porque ahora hay más distracciones y formas de entretenimiento? ¿Será que ahora si no es NBA no produce un entusiasmo genuino? ¿Será la identidad de Bahía Basket y su estadio que no terminan de representar a la ciudad aunque lo intenten con un nombre tan sugestivo?. No llegamos a ninguna conclusión, el punto acá es que el otro día el estadio estaba hasta las pelotas, con bombo y todo. Recordemos que Pacífico es originalmente un club de fútbol, de los más viejos del país, con lo cual llevaron sus trapos e hinchada y, más allá de que sean rivales en esta ocasión, fue un aporte significativo para ese folclore.
El partido estuvo buenísimo, hubo un sólo momento al comienzo donde Napostá estuvo cómodo con 8-10 puntos arriba del marcador, luego fue todo palo a palo. Arriba Pacífico por 2, luego Napo y así fueron pasando los minutos. El verde tenía una defensa fuerte que se adueñaba de todos los rebotes, tanto defensivos como ofensivos, lo cual le daba por supuesto mucha ventaja ante los tiros errados de ambos bandos. Además el aguante de la barra se hacía notar cada vez que recuperaban y anotaban, algo más que obvio y evidente pero hace la diferencia todo ese barullo a tu favor. A menos que, desde luego, no tengas sangre en las venas y te interpele más un show de medio tiempo de un cantante genérico con cuatro malabaristas y un torneo de volcadas con un auto prendido fuego, que una hinchada alentando a su equipo con algo más que un "DE- FENSE" coordinado por unas pantallas led.
El final del partido fue de película, Napostá arriba por dos puntos, comete una falta muy dudosa ante el ataque de Pacífico, el tirador emboca los dos, partido empatado con poquísimos segundos en el reloj. La jugada lógica era que el tiro sea lo más cerca posible del aro y que venga de Guido Muzzi quien transmite mucha seguridad con el tiro a larga distancia. Esto era algo que consideraba Napostá, por supuesto, pero también Pacífico, así que Guido tenía una falange griega de jugadores. Por lo tanto, quien recibe la pelota fue Leo Alemañy, quien en dos segundos (Literalmente dos segundos) recibe, se acomoda un poco y tira. La pelota entra y recibe un foul. Napostá gana por dos puntos y todo es regocijo.
El segundo partido sucede en el William Harding, la cancha de Pacífico. Allí fuimos nuevamente con el Pipo y el flaco Barga, actual presidente de Napostá. Sin embargo al querer ingresar nos enteramos que no había más entradas a la venta, y eso que fuimos con una hora de anticipación. Parece que hubo una preventa pero no nos enteramos porque no tenemos (bueno, yo sí, pero no estoy usando) redes sociales. Gracias al tráfico de influencias del doctor Barga, Pipo pudo pasar y yo ejecuté el plan B que era ir a Noche Alucinante, el programa de mi querido Chacha, en Vorterix Bahía, y ver el partido por la transmisión de la ABB en youtube.
Cada vez que ponía el partido (encima tenía poca batería en el celular) Pacífico se acercaba a Napostá o le ganaba por dos puntos. Esto era peor que el anterior. Incluso en un momento, cuando termina el 3er cuarto, el verde le llevaba diez puntos de ventaja. Intenté concentrarme en la columna que debía realizar, en el programa, en el espacio compartido con amigos que, a fin de cuentas, también es lo que me trajo a pasar unos días en esta ciudad durante el receso de invierno. Termino la columna, y con ello el programa, a las 23:00 e inmediatamente pongo el partido. Quedaban 25 segundos, Napostá arriba por tres, falta de Quiroga, el ejemplar pivot del Napo (de nuevo, medio extraña pero así lo dictaron los jueces). Mete 2 de 3. Napostá arriba por un punto. Dejan pasar tiempo, infracción intencional, dos tiros para Napostá, los dos afuera, el rebote ofensivo de Torres y también afuera, situación desesperante y muy precipitada. Corre Pacífico con la posesión, sólo un punto abajo y diez segundos en el reloj (y de local con la hinchada a pleno). Ataca por un costado y Guido Muzzi hace una de Rodman al taponear la pelota y los sueños de Pacífico de jugar la final, ya que sólo quedaban tres segundos, la posesión era de Napostá y se vieron forzados a hacer una falta técnica que les daba dos tiros y saque de media cancha.
Lamentablemente no pude estar en el estadio, pero al menos lo pude ver y vivir en tiempo real, rodeado de amigos y pasándola muy bien.
Veremos como sigue esto, por lo pronto se encontrarán, como decía, el próximo lunes. Pero si algo aprendí de simpatizar con Gimnasia Esgrima de La Plata es que se celebra el paso a paso, disfrutando del proceso y agradeciendo el ser parte y testigo de ello.