sábado, 20 de julio de 2013

Corrosión de la conformidad

Es bajo esa extraña sensación de llenar un vacío, cuando en realidad se quita su contenido, si  es que todavía permanece allí. Drenando lo que una vez fué y ahora se corroe en recuerdos borrosos y de dudosa emoción.
Aferrándose a las paredes para saciar esa necesidad, rascando y arañando para hacerse consigo de algo que pueda recrear eso que ya no es, esa pureza inmaculada tan ansiada. Y, a pesar de que es bien sabido desde un primer momento que no hay manera de retornar a semejante comodidad, persiste en su intento de obtenerla. Fracasando una y otra vez, cada intento acarrea un deseo superior y exhibe la carne de los dedos desprovistos de uñas.
Objetos muertos se pasean al rededor y cuestionan ese acto tan terco sin llegar a entenderlo, quizás por no haberlo vivido, quizás por haberse entregado, quizás por haber muerto.
Fútiles ensayos de reconstruir con lágrimas, sangre y restos óseos; en un intento de aligerar aquella carga.
Ahora creo recordar como era todo. Y es bajo esta extraña sensación que escribo estas palabras, para aquellos que continúan rascando las paredes a pesar de que hace rato que sus uñas no crecen.
Pero me despierto y me doy cuenta, que el agua que estaba bebiendo, era en realidad arena.


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  Esta foto siempre me conmovió, los colores son excelentes, como si el Sol se estuviese despidiendo.


(No puedo subir imágenes porque se traba todo, así que imaginen dentro del anterior recuadro un paisaje donde un techo de nubes rosadas se extiende hasta el horizonte cubriendo montañas teñidas de rojo en una última manifestación artística por parte del Sol, quien se despide de los habitantes terrestres con lindos reflejos de luz sobre su superficie)

Cabr.

sábado, 6 de julio de 2013

La vorágine en mi almohada






La patente, azul en la pared, late al ritmo del bajo, que marca los tonos de las luces intermitentes. Las esquinas se tuercen mientras intento comprender porque repentinamente mis muebles manifiestan la voluntad de transmutar o modificar su figura. Con una mirada irreconocible me analiza Darwin, debajo suyo chorrea una bandera de bufandas. Los bordes sufren un antialiasing que los hace lucir más bellos, hasta que me percaté de que eran lágrimas.
Parecía muy tentador buscarles una explicación, tal vez lo ignore para evitar profundizar en rincones no deseados donde se refugien aquellos recuerdos que deberían haber sido olvidados. Pero, de todas maneras, aquellas en las que llegué a pensar carecían de sentido, al igual que el contorno del amoblado a mi alrededor.
Mientras las cosas se ven más claras en el exterior, más luces se apagan aquí dentro. Siento que mi corazón late al ritmo de la música y eso es relajante, sobre todo sabiendo que no está en mis planes escuchar Sunn O))).
Rostros deformes y totalmente ajenos se invitan a pasar y presentarse a medida que la almohada ocupa mi vista perisférica. Líneas rojas y blancas cubren poco a poco todo este panorama, mi cuerpo se va llenando con la misma textura, por un momento me preocupo... hasta que caigo en la cuenta, que se trata de las sábanas.

La foto tiene gatitos, dos gatitos. Tomada en mountain chain of the window.