Cuando algo es difícil de clasificar probablemente sea menos rentable o más
complicado de comercializar. Hay otras maneras de hacerlo pero seguro
genera problemas. Pensando en una banda que en vez de decir “rock”
o parecerse a algo muy en particular, será difícil encajarlo
en un catálogo, festival, etc.
Por otro lado, hay una cuestión performática de la puesta en escena
de la música que, creo, vuelve obsoleto la autoría por anticipación.
Es decir, la carrera por quién hizo primero algo.
¿Cuál fue la primer banda punk?
En 1968 en un país de europa del este que existió durante unos escasos
quince días durante los cuales un grupo de jóvenes aprovechó lo más
parecido a una falta de reglas éticas y morales que guíen al conjunto
de la sociedad, para componer con total libertad. Todo esto narrando
episodios y reflexiones cotidianas de una vida que se animó de
hacerse preguntas constantemente.
Luego un montón de bandas hacen algo muy parecido,
eventualmente recibe una etiqueta.
¿y qué gana la banda que se anticipó? El el peor, y a veces más frecuente
de los casos, comercializar ese dato y nada más, perdiendo de vista todo
eso otro que mencionamos anteriormente respecto de la puesta en escena.
Si bien hay dispositivos reproductores de sonido con capacidad
suficiente para superar el ruido de una batería acústica, en ese intercambio
presencial hay otros sentidos afectados.
El conjunto de aromas agradables y no, probablemente otros humanos
contemplando y compartiendo esa experiencia. Sonidos propios del
entorno donde esté sucediendo esa interacción, el palo contra el redoblante,
el traqueteo de un bandoneón en movimiento, alguien arengando todo eso.
Son elementos que, en suma, hacen una experiencia muchísimo
más compleja y enriquecedora que el goce del espectador single player,
personal, privada, aislada.
Ojo, también es un componente clave debido a la atención privilegiada
que adquiere el oído.
Pero la advertencia es no olvidar lo otro, la presencia.
Por todo lo antes dicho y aún más.
Al mencionar la capacidad de volumen de un reproductor de sonido hacemos
referencia a la experiencia física del sonido, al punto en que la vibración
se siente por todo el cuerpo, sobrepasando la frecuencia que lo clasifica
en notas. La experiencia de escuchar con todo el cuerpo se traslada
a ocasiones cotidianas tranquilamente, sin necesidad de estar al lado
de un auto con el volumen al taco o apoyado en un soundsystem.
Un trueno que cae por ahí, detenerse en una plaza o algún lugar donde
haya un pozo y esperar que pase un auto o colectivo y retumbe un poco.
Si extendemos la escucha a la percepción física del vehículo
que se come el pozo y sin distraernos con las posibles puteadas de quien conduce)
notaremos en las piernas como tiembla un poco.
Entender eso como sonido, escucha.
¿Y eso cómo aparece en Spotify? ¿Se pagaría por escuchar eso?
Puede llegar un punto de surrealismo tal donde el hit número 1
y la nueva fórmula del pop sean sonidos de campo,
pero lo veo muy distante y utópico para confiar en un futuro inmediato.
Entonces tomemos esas instancias para darle protagonismo a las
situaciones donde la música se puede escuchar así, con todo el cuerpo.
Una característica que considero esencial del blues
(aunque, desde luego, aplicable a cualquier tipo de práctica musical)
es el uso de las pausas e intensidades, matices de la voz
que acompañan aquello que nos dicen. Incluso sin entender bien
qué están diciendo, nos damos cuenta que hay algo parecido
a un pesar o una fiesta. Muchas veces acompañando
la voz hay unas cuerdas sonando pero son la misma sucesión de notas,
calcadas, entre una canción y otra. No importa, simplemente acompañan.
Lo que se puede escribir, multiplicar y patentar de esas canciones
no es lo que le da su fuerza comunicadora.
En el dancehall pasa algo similar. Comenzando con vecinos que sacaban
sus bandejas y equipos a la vereda para que baile todo el barrio,
a los que se sumaron unos vagos a mandar fruta con el micrófono.
Listo, cada uno desarrolla una serie de canciones, pero sirviéndose
de las mismas canciones que pasaba
el dueño del soundsystem. A veces eran las pistas sin voces,
sin embargo era exactamente la misma canción.
Luego hay quien anuncia “se robaron todo”,
“le robaron a tal”, “ese lo hizo primero”.
Y bueno, pero creo que la anticipación cronológica de rotular algo
no es lo que más me interesa
de un conjunto humano, sino lo que sucede a partir de ello
y, en el mejor de los casos, uno donde pueda
estar presente para vivirlo.
foto tomada por el querido Juli durante un reci muy lindo y emotivo donde tocamos con Ortiba,
en el Centro de Estudiantes de Bahía, en el marco de un reci solidario para juntar donaciones.
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