miércoles, 10 de julio de 2024

¿Qué tienen en común Korn, Sartre, Tom Green, Quentin Dupieux, Dahmer y Rodrigo Palacios?

Veamos: Viendo el partido de Canadá pensaba algunas boludeces mientras me reía por que jugaba “Jonathan davis”, pero no es el de Korn. A la vez, en un momento entran juntos un Palacios (Exequiel) que no es Rodrigo y un bahiense que no es Palacios (Lautaro Martínez). También que Lautaro Martínez surgió del Chivo (Club Liniers) y le dicen el Toro, alto cornudo, pero no Kornudo, ese es Jonathan David, el 9 de Canadá. Canadá es un país que siempre me llamó la atención. Quizás primero por la música, bandas como Dahmer, Cryptopsy (con Lord Worm) que eran parecidas a muchas otras de un género pero tenían algo que las destacaba y, a mi gusto, las volvía superiores. Caso Dahmer el contraste de sonido entre redoblante, guitarra y bajo, las voces. Cryptopsy también, la presencia de Lord Worm conduce toda la técnica de los músicos hacia lugares impredecibles. Marian, un amigo, me rescató que el tema Carrionshine tiene una parte donde saturan el tema. Es decir a la pista master final le subieron la ganancia o algo que lo hace saturar, usando una herramienta que hasta entonces no se usaba voluntariamente para generar un efecto. Por cierto, Lord Worm es profesor de literatura inglesa en Montreal, ciudad francófona de dicho país. Esos detalles siempre me llamaron la atención de Canadá. Hay montonles de ejemplos. Tom Green no sólo anticipó a Jackass sino que lo hizo mucho mejor. Primero la actitud de hacerlo sólo, que tenga sus gags pero también un elemento absurdo que lo vuelve espectacular. El especial en Japón es alucinante y claro ejemplo de ello. Si Trailer Park Boys fuese yankee no tendría esa sutileza que la vuelve particular e impredecible. ¿Qué es? No sé ¿A qué se debe? Tengo una teoría. En Canadá hablan tanto inglés como francés. Es curioso que dos pueblos históricamente antagónicos, con una batalla de 111 años entre medio, confluyan en un sólo país. En fin, en Canadá saben los dos idiomas. Ya de entrada aprender idiomas es un poco gimnasia para el cerebro. Por otro lado Francia es un país de una cultura muy interesante, pensemos que a nivel ciencias, filosofía, derecho, literatura, tiene exponentes icónicos. Más cerca de nuestro presente, Sartre, Lacan, Foucault, Guattari, etc. Poder leer a estos autores en su propia lengua debe tener una influencia notable. Quentin Dupieux es un director que admiro mucho. Vi sus películas varias veces, siendo las primeras de ellas en inglés, y las últimas en francés. Cuando tocamos en St. Ettiene hacía poco que se había estrenado “Au Poste” y charlando con quien nos hospedó me dijo que estaba muy buena pero se apreciaba mucho más si sabías el idioma. Desconozco el francés pero sé algo de alemán, lo suficiente para encontrar palabras compuestas que al español se pueden traducir de muchas maneras. Pero ya sabemos que entre el efecto y la explicación hay una distancia. No es lo mismo decir “que piooooolaaa” que tener que describir algo copado con muchas palabras en una oración. Tampoco sé mucho de filosofía, pero lo suficiente para saber que los conceptos de un autor no son intercambiables. Las traducciones se prestan a diferentes interpretaciones pero una vez que hay relativo consenso no da usar sinónimos porque se vuelve terriblemente confuso. Acá se puede entrar en una reflexión respecto del lenguaje en general, pero no es necesario. A lo que voy con todo esto: sospecho que la influencia francesa, culturalmente pero también al punto de hablar ambos idiomas, le da un balance a ese elemento predecible y repetitivo tan yankee que los canadienses comparten por Commonwealth y, lógicamnete, por ser el vecino. Toda esta cadena de pensamientos comenzó frente a la pregunta ¿Porqué Canadá llegó a semifinales y Estados Unidos, que hostea copa y mundial, juega Mesi, etc, no? La respuesta puede estar entre toda esta cadena de boludeces, o puede ser más sencilla: En Canadá le dicen football, no soccer.
Menciones: Carrionshine de Cryptopsy (temazo pero estalla en el min 1:46) Tom Green Subway Monkey Hour (japon) https://www.youtube.com/watch?v=oHxzVg4seb0

lunes, 8 de julio de 2024

El señor de los anillos y el encuadre vertical

Vi un trailer de El señor de los anillos editado con encuadre vertical y me sorprendió la remisión inmediata al instagram. La escena de Aragorn y Arwen en Rivendell era inmediatamente transformada en un comercial de gente hegemónica en el Chaltén. Me hizo pensar en la asociación inmediate del formato vertical con las redes sociales, tanto vistas desde la computadora como desde el celular. No es un encuadre nuevo, pero antes era excepcional. En la vida pre Instagram recuerdo tomar fotos verticales para darle una sensación de inmensidad, como la perspectiva del contrapicado. Sentía un poco eso viendo el trailer. Estando en un paisaje abierto con montañas en el horizonte, un Rohan o la Patagonia, no te alcanza la vista para dimensionar tanto estímulo sensorial. Sacas foto como para guardar un registro y quizás decir que estuviste ahí pero sabés que de ninguna manera le será fiel a la experiencia in situ. Todo es más brillante, parece cerca pero está lejísimos y es inmenso. Intimidantemente inmenso. De todas maneras siento que el encuadre tradicional, más ancho, responde mejor a un intento de homologar la visión ocular. Intentás hacer un panorama pero es un éxstasis sensorial imposible de capturar en algún dispositivo. Quizás sea por la perspectiva, aunque también la extensión de frente y fondo que ofrece el vertical también ayuda un poco a sentirse ahí. En ese trailer vertical los escenarios permitían ver esto: el cielo de mordor por ejemplo, a la vez que la tierra y los personajes en el medio, todo a la vez. Sin embargo, se sienten... encerrados en una puertita. El formato vertical del celu, la imagen que se amolda al formato del dispositivo. Simulando ser una hendija hacia otros momentos y lugares, un pispeo. En ese sentido es más honesta con su pobre representación de algo tan vivo como el estar allí. No pretende engañar, sabe que es una farsa y lo acepta. Por otro lado ese rectangulito, que tiene en las redes sociales su potencial razón de existencia (hablo del celular), le da una cuota de veracidad propia de las redes. En el presente es una de las pocas cosas que está a la altura de competir por ser legítimamente “LA REALIDAD”. En el documental de los creadores de Pirate Bay uno de ellos dice que prefiere el término "AFK" (Away from keyboard/fuera del teclado) en lugar de hablar de "mundo virtual" y "mundo real". Siempre me pareció un detalle interesante, y eso que el juicio fue en 2009, cuando todavía no vivíamos a través del smartphone. Suele hablarse de internet, las redes y esa hiperconectividad como “virtualidad” dándole un carácter de ficticio, ajeno a otra cosa. Sin embargo cada vez más funciona para integrarse, moldear y, a fin de cuentas, convertirse en la realidad. Quizás en el 2009 se aceptaba, con polémica, la distinción "Virtual/real", pero ahora ni en pedo. Si consideramos la cantidad de interacciones y tiempo de atención dedicada a la pantalla, probablemente sea más "real" que la realidad. Ahora, sí, lo sé, soy un vivo bárbaro, hablo de "la realidad" como si existiese tal cosa en un consenso unívoco. Desde luego que la definición concreta de "realidad" es compleja y discutible. Pero no llegamos a desarrollarla que ya aparece otra forma de vida que le compite el podio. Nos atraviesa tanto la hiperconectividad que definitivamente ES real, es parte del cotidiano. No es la primera vez que una nueva tecnología traiga consigo preguntas, inquietudes, incluso metáforas para entender "la realidad". En algún momento el mundo era visto como un proveedor de materia prima para el progreso. Ahora tienen más presencia las teorías de vivir en una simulación, a la vez que contamos con dispositivos audiovisuales inmersivos, generadores de imágenes, bots que responden preguntas mejor que el Akinator y el chat msn de la enciclopedia Encarta. Hay muchos autores que tratan el tema de la hiperconectividad, uno de ellos es Byung Chul-Han que, entre otras cosas, hace una mención a la sociedad de la vigilancia que presentaron Foucault y Guattari, en la cual (dicho mal y pronto) el modelo del vigilante, la cárcel del panóptico, eran las formas que adaptaba la sociedad moderna. Mientras que ahora con el celu regalamos la información, por lo tanto la vigilancia no sólo nos vuelve vigilantes activos de nuestra vida, sino también de las otras. Cámaras por todos lados, luces led, registros de video, compartir ubicación, cookies, información personal, fotos. Volviendo a la interacción con el celu ¿Es distinto al encuentro en persona? Absolutamente, sostengo que éste último es mejor incluso por la cantidad de sentidos que entran en juego, el detenimiento, compartir el espacio, la presencia, con todo lo que eso implica. Tampoco lo niego, tiene grandes virtudes. No tengo soluciones ni propuestas, sólo inquietudes. Algunas de ellas se cristalizaron al ver El Señor de los Anillos en ese formato. También pensaba que si Frodo tenía un Iphone para registrar todos los lugares donde estuvo, no llegaban más a Mordor, y también que ponerse el anillo, y ser visible para Sauron, era como la idea de regalar tus datos ahora. Es más, algunos colectivos tienen una publicidad de una empresa de seguridad privada llamada Sauron.